Enmarcado en la penúltima generación de clases incluidas en los Juegos Olímpicos (Sydney 2000), el llamado skiff masculino ha dado a España dos melladas, una de oro y una de plata, ambas obtenidas por Iker Martínez y Xabi Fernández: oro en Atenas 2004 y plata en Pekín 2008. La tripulación titular del equipo nacional no es ajena a los Juegos. La primera participación de Diego Botín fue en Rio 2016 junto a Iago López Marra, con quien repetiría en Tokio 2020 para obtener un diploma olímpico de sabor agridulce, al finalizar cuartos empatados a puntos con la medalla de bronce. Florian Trittel prepara sus segundos Juegos Olímpicos tras formar tripulación con Tara Pacheco en Nacra 17 en Tokio 2020, donde obtuvieron un Diploma Olímpico con el sexto puesto. Terceros del Ranking mundial, la combinación de ambos atletas está siendo muy productiva. Se estrenaron como campeones de Europa y subcampeones del mundo en 2022, a lo que añadieron un bronce en el mundial 2023 con el que obtuvieron la clasificación de país. Este 2024, la dupla española no se ha bajado del podio en los tres campeonatos en los que ha participado: bronce en el Campeonato del Mundo disputado en Lanzarote, primer puesto en el Trofeo Princesa Sofía y el reciente oro en la Semana Olímpica Francesa. Diseñado por el australiano Julian Bethwaite, el 49er es una evolución del International 14's y del Aussie 18's. Con idéntico casco que la unidad femenina, el 49er FX, la diferencia entre ambos estriba en el mástil y la superficie vélica, que asciende de los 45 a los 60 m2 en la categoría masculina. De finas líneas, es una de las embarcaciones más inestables de cuantas compiten en los Juegos, y patrón y tripulante han de mantener el fino equilibrio del barco. Como en el FX, ambos navegan colgados del trapecio buscando el punto de contrapeso que les permite llevar velas de mayor superficie. Con una velocidad máxima que puede llegar a los 20 nudos, como apunta Florian Trittel, «no vuela, pero casi». El 49er entra en el grupo de embarcaciones que acuden a los Juegos Olímpicos con material propio dentro de los límites permitidos para mantenerlos como «one design», unidades iguales para competir en tiempo real. Un material que se ha ido probando a lo largo del ciclo olímpico para encontrar el que más se ajusta a la forma de navegar de la tripulación y con el que obtienen mejores prestaciones. Con dos astilleros para su construcción, uno en Inglaterra y otro en Nueva Zelanda, sólo existe un proveedor para los mástiles y uno para las velas. Para Diego Botín, es «un barco con una muy buena relación velocidad y táctica», sobre lo que Trittel puntualiza: «combina muy bien la dificultad técnica y las opciones de táctica. Para mí, habiendo pasado por otras clases me parece una embarcación muy completa, y hay cantidad de detalles para obtener un buen rendimiento. Nuestro continuo proceso de aprendizaje y mejora es para intentar ser los mejores y adaptarnos mejor que nadie en cada condición».
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