La Copa del Rey Mapfre necesita urgentemente un cambio. Lleva diez años agonizando en su aspecto deportivo. La organización no se aclara qué es lo que verdaderamente conviene a lo que en su día fue la mejor regata del Mediterráneo. Con Javier Sanz en la presidencia del Comité Organizador, la regata comenzó a dar tumbos y palos de ciego. Sanz no era un hombre de la vela y tomó las riendas de la regata por sus aptitudes económicas. Tanto tumbo hizo que los barcos comenzaran a no confiar en veracidad de la regata. Los cortes a la carta en los rating de las clases; las clases fantasmas como los catamaranes, los 6 Metros, los J80, los IRC... embarraron la Copa del Rey Mapfre. Ocho años con mucha participación (hasta 11 clases se dieron cita en la bahía de Palma), pero con muy poca calidad. Desaparecieron los grandes barcos y tripulaciones extranjeras, que sin embargo sí acudían a la cita de la PalmaVela, que también organiza el Real Club Náutico de Palma y comenzaron a participar cantidad de barcos sin dar la mínima talla de calidad que hace falta para hacerlo en la Copa del Rey Mapfre. Llegó Emerico Fuster como presidente del Real Club Náutico de Palma y se deshizo de Javier Sanz, que quería continuar como presidente del Comité Organizador, pero cometió el fallo de dejar al equipo de Sanz en la organización. Dos años más de lo mismo. Este año parece que se ha abierto una puerta a la esperanza de que la Copa del Rey Mapfre vuelva a ser grande. La organización se ha apoyado en la división ORC y ha admitido a cuatro clases, aunque ha hecho muy mal los cortes y han permitido que ciertos barcos de la clase Swan fueran tuneados y regatearan contra los ORC. Nada más injusto y en la línea de la época de Javier Sanz. Desapareció mucha morralla, aunque aún queda deshacerse de los J80 y los J70, que no son ni tan siquiera barcos de crucero. Algunos han criticado a la clase 4 de la división ORC porque no daba la talla, pero si se apuesta por una cosa, hay que mantenerla con todas las consecuencias y no degradarla como se ha hecho este año con esta clase que el tercer clasificado no ha tenido trofeo como los demás. La organización le echa las culpas a algunos armadores del Real Club Náutico de Palma, que protestaban porque no tenían cabida en la flota y cuando se les convocó este año, no acudieron, por lo que la clase solo contó con siete participantes. Sobra también la cantidad de actos sociales de bajo nivel que se organizan y el sectarismo que hay en alguno de ellos. Lo que sí es un orgullo para la flota son los Oficiales Principales de Regata (PRO), que dirigidos por Gaspar Morey han dado más que la talla en el agua, donde una vez comenzadas las regatas todo el mundo se olvidaba del nivel y los equipos se dedicaban a divertirse. El cambio es posible. Háganlo.
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