La División ORC comienza a unificar la flota en la Copa del Rey Mapfre

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    Parece que Emérico Fuster, presidente del Real Club Náutico de Palma y presidente del Comité Organizador de la 41 edición de la Copa del Rey Mapfre, le va quitando el lastre y la morralla que Javier Sanz, su antecesor, implantó en la regata. Este año vamos a ver regatear a una mayoría de barcos de la misma división, ORC, repartidos en cuatro clases. ¡Por fin! alguien con cordura en esta organización está intentando enderezar los designios de la Copa del Rey Mapfre, herida de pronóstico reservado desde hace unos años. La División ORC es una de las más importantes que hay en el mundo. En ella tiene cabida cualquier barco que se mida dentro de unos parámetros. Sus posibilidades de tener cuatro clases dentro de la división hace que cualquier regatista, profesional o aficionado, pueda regatear en una flota homogénea. Los barcos de más eslora y por consiguiente más rápidos están inscritos en la Clase 1 y según vayan bajando la eslora y el rating, se van inscribiendo en las clases 2, 3 y 4. El caso es ver una bahía unificada y no sectaria como ha estado durante los últimos 10 años. Cuando nació la Copa del Rey se regateaba en la División IOR y dentro de ella había clases como Maxi, Two Tonner, One Tonner, Tres Cuartos de Tonelada, Media Tonelada... Todos regateaban en el mismo campo de regatas con una salida conjunta, que daba realce a la regata. No había distinciones ni sectarismo y la vela no estaba encuadrada, como lo está ahora, como un deporte de «pijos». Un solo Comité de Regatas, Jueces Internacionales, los mismos para toda la flota, y un ambiente en el Real Club Náutico de Palma de camaradería, compañerismo y competitividad sana entre los participantes. Se trataba de la fiesta de la vela del Mediterráneo donde venían a regatear barcos de toda Europa, algunos de América y muchos sudamericanos. Todos querían navegar en el mismo campo de regatas que el Rey Juan Carlos, que era el verdadero mecenas social de la regata. Un Rey que se mezclaba con la flota y que ponía en juego su Competitividad. Un Rey que sabía ganar y perder, aunque esto último no le gustaba mucho. Un Rey que se fumaba un puro con su amigo del alma, José Cusí, en la popa del Bribón cuando acababa la jornada... En fin, una regata a la vieja usanza, todos contra todos y en la que podía ganar cualquiera, con o sin abolengo. Tiempos de vacas flacas Se acabó el IOR y se dio paso a la División IMS, que estaba dividida en dos clases: Regata y Crucero. Calidad repartida en dos sistemas muy distintos, que realzaron un poco más, si cabe, a la Copa del Rey. Los grandes equipos participaban en la Clase Regata y los más amateurs en la Clase Crucero. Ambas con calidad. Así se mantuvo durante unos años hasta que llegaron las pruebas con «gaseosa». Inventaron la División RN y RI, con la que se diseminó la flota y los regatistas empezaron a perder interés. La Copa del Rey se llenó de morralla y comenzó a peligrar su existencia. Incluso un año se admitió una clase de barcos de vuelta al mundo VO70. Multicascos y demás... Para intentar salvarlo comenzaron a admitir clases raras en la flota, como multicascos, barcos de vela ligera, de Época y Clásicos, monotipos... y para rematarlo cosificaron a las mujeres separándolas de la flota y haciéndolas navegar juntas en una clase especial para ellas. Parece que todo esto se va arreglando o al menos se intenta hacerlo. De momento han desaparecido los barcos medidos en IRC, los Clásicos, los multicascos... Ahora solo queda pensar lo qué se hace con los clase J70 y con la vela femenina, porque los Swan, tanto los 50 pies como los 42, le dan mucho prestigio a la Copa del Rey Mapfre. Entresijos de la regata Héroes en la sombra de un despacho En los grandes acontecimientos deportivos siempre hay quien destaca más de lo que merece y luego los llamados «héroes en la sombra», que son los que sin inmutarse y trabajando en la más absoluta oscuridad hacen que el evento sea un éxito. En la Copa del Rey Mapfre hay tres personas que tienen este perfil. Gaspar Morey, el PRO de la regata, éxito seguro en el agua; Juan Paradela, el gurú de las clasificaciones y la informática y Vivi Mainemare, el alma deportiva.

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