40 años navegando en Palma de Mallorca

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    Cuarenta años hace ya que acudo sin interrupciones a cubrir la Copa del Rey de Vela. Sólo me perdí la primera edición, que aún no se llamaba Copa del Rey y en la que tampoco participó el Rey Juan Carlos. Hablo de la Copa del Rey que se celebra en Palma de Mallorca, porque esta competición fue instaurada por Alfonso XIII en 1905, a imitación de las competiciones que se disputaban en Cowes, con el patrocinio del rey de Inglaterra, o en Kiel, con el del emperador de Alemania, y se disputó por primera vez en Guecho, lugar de veraneo del Rey, organizada por el Real Sporting Club, dentro de la denominada Semana de Bilbao. Posteriormente, entre 1912 y 1919, pasó a disputarse en Gijón, organizada por el Real Club Astur de Regatas, y con la participación de Alfonso XIII en las ediciones de 1912 y 1913. En la primera edición celebrada en Gijón, el 20 de julio de 1912, el propio Alfonso XIII ganó la Copa del Rey, para yates de 8, 7 y 6 metros, patroneando el Giralda I. Pero eso ya ocurrió en el pasado y quiero remontarme a 1982, donde el Real Club Náutico de Palma y la Asociación Nacional de Cruceros la instauraron en Palma, lugar de veraneo del Rey Juan Carlos. La gran suerte de esta regata fue que desde la tercera edición fue patrocinada por Antonio Puig Perfumes y pasó a llamarse Copa del Rey Agua Brava hasta 2006, que cogieron el relevo del patrocinio Audi y Camper. Hasta entonces la regata era la de más calidad y cantidad del Mediterráneo, a la que todos los grandes armadores del mundo acudían a regatear y ganar un trofeo muy valioso por la dificultad que entrañaba ganarlo. También había mucho barco de aficionados, eso sí, sin profesionales a bordo y en las clases más pequeñas su única aspiración era navegar junto al Rey de España. Fue la época de un único ganador en la División IOR y de dos cuando nació la División IMS. Fue la época de las vacas gordas, con un patrocinio fuerte y una calidad en la competición que hacía que toda la prensa europea estuviera acreditada y sentada en la sala de prensa del Real Club Náutico de Palma. Una sala de prensa en la que estaba prohibido entrar a todo aquel que no fuera periodista y que todos los años daba la bienvenida al Rey Juan Carlos, que se acercaba a saludar, uno por uno, a los periodistas. Era una regata muy mediática a la que acudían los grandes empresarios de la época, actores y actrices internacionales y algunos integrantes de gobiernos y realezas europeas. Una regata que repartía los premios en el propio varadero del club homenajeando a los barcos ganadores y donde los regatistas se mezclaban sin pudores con la alta alcurnia. En fin, cuarenta años de anécdotas que contaré en «Las verdades del barquero».

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