<img align="left" src="https://static4.abc.es/media/deportes/2022/12/15/AndreaEmone6-kDSF--620x349@abc.jpg">Cuando pudo vivir la Copa América 2007 en su Valencia natal,Andrea Emone era una niña. Pero fue en la rara edición del Deed of Gift tres años después cuando sintió una atracción fatal por esta competición. Andrea Emoneen 2010 ya navegaba en windsurf, y le impresionó la importancia de la importancia que tuvo diseño tan diferente de los multicascos gigantescos. Actualmente es una especialista en análisis de datos, que se estrena en la America’s Cup con el equipo suizo.
—¿Cómo le atrapó la Copa América?
—Como valenciana apoyaba al equipo suizo y me sentí muy frustrada, y la sentí como una victoria del equipo de diseño americano. Me trastornó y me cambió la forma de verlo, por primera vez comprendí que había un equipo de diseño detrás. Empecé a verlo todo diferente, a ver la importancia del diseño para tener más velocidad. Me interesé por la ciencia, por la ingeniería y preguntaba constantemente. Consideré estudiar Ingeniería Naval, pero al ver las asignaturas pensé que algo no cuadraba, hasta que alguien me dijo que mis respuestas las tenía en la ingeniería aeroespacial y decidí que es lo que quería estudiar.
—¿Cómo fueron los estudios?
—Me costó acceder a la universidad porque exigían una nota muy alta. Un buen resultado en un europeo de Techno Plus me permitió entrar a un programa de jóvenes deportistas de élite, y las facilidades para estudiar me permitieron acceder a la Universidad de Valencia y seguir navegando. Pero fue muy complicado porque cambié a la clase RSX que requería mucho más entreno y la carrera exigía estudiar mucho. La situación me desbordó y decidí dejar de navegar. Tenía 18 años y pensé que había renunciado a mi carrera deportiva, un “todo ha terminado”. Poco después, en tercer curso decidí que tenía que empezar a trabajar.
—¿Y entonces?
—Busqué empresas relacionadas con la vela en el área de Valencia y encontré a KND dedicada al análisis de datos y CCD de barcos de alta competición. Les envié mi currículum y me contrataron. Allí aprendí todo lo que sé sobre análisis de datos, descubrí un mundo apasionante. Pensé que entonces esta área estaba comenzando y vi muy claro que el camino era infinito. Además de los TP 52 también trabajamos con algún IMOCA, y mientras iba descubriendo el mundo profesional de la vela, conociendo a regatistas e incluso trabaja con algunos de mis “ídolos” de la America’s Cup 2007. Cuando al principio ellos me preguntaban ¿Andrea qué opinas tú? tenía que frotarme los ojos.
—Y de repente la Copa América…
—Me llamó el equipo el Alinghi y no lo dudé ni un instante, pues ya antes de su llamada era el equipo de la 37 AC en el que me gustaría trabajar. Fue una sorpresa impresionante. Al principio tenía miedo y no sabía si encajaría mi forma de trabajar tan personal. Además, con los barcos mucho más rápidos el análisis de datos es más importante y los regatistashan de confiar más en los datos. Cuando un barco vuela aumenta el problema y la solución es más compleja. El análisis de datos ha pasado de una sola persona dedicada a un grupo de personas.
—¿Ha encontrado en un equipo de AC lo que suponías a priori?
—Es muy diferente, la imaginación siempre interpreta y yo aquí estoy descubriendo lo que es un equipo de AC. En muchas cosas sí que se parece a lo que imaginaba, pero obviamente la realidad siempre supera a la ficción y esta vez también la ha superado (risas).
—¿Qué le parece la interacción entre las muchas áreas que existen en el equipo?
—Me ha llamado la atención la diferencia de culturas, como cada una de ellas interpreta un problema. Las distintas formas de pensar, lo diferente como nos comunicamos cada uno de mostros. La inercia de todo el proyecto también me ha sorprendido, no podía imaginármelo. Es un proyecto muy ambicioso, a dos años vista y en el que interviene mucha gente.
—¿Cómo es un día en su oficina?
—Si es un día de agua, suelo tener una reunión previa para preparar el día, luego ir a comprobar que funcionen todas las herramientas que yo necesito. Más tarde salimos en el tender y voy viendo todo lo que está monitorizado. Presto especial atención y mido los datos que previamente hemos acordado para ese día. Con el feeling del entrenador y regatistas vamos resolviendo enigmas en el agua, y lo que no podemos se analiza después en la oficina. Cuando el barco no navega, me dedico a responder toda la lista de preguntas sobre datos que me habían solicitado, comparar datos históricos, etc. Es un trabajo que no tiene fin.
—¿Con quién interactúa más, el equipo deportivo o con el de diseño?
—Mitad y mitad. Sobre el papel pertenezco al equipo de diseño, pero soy un factor externo a ellos. Es interesante estar fuera de ambos núcleos, porque si no fácilmente te dejas influenciar. Si previamente sabes por dónde van las tendencias, aunque los números siempre son los que son, podrías hacer alguna interpretación condicionada por informaciones previas. A veces para mí es una sorpresa descubrir lo que ellos estaban buscando.
—¿Se verías navegando en la Copa de mujeres?
—Obviamente, en esta edición no. Pero lo que me gustaría mucho más es navegar en un AC 75 con un equipo de la America’s Cup. Entrar en un proceso de selección donde evalúen a todas las personas, y si soy la mejor para esa posición que me eligieran.
—¿Es más deseo que, crees que es factible?
—Creo que el AC 75 se aprende navegándolo y conociéndolo que no por venir de clases olímpicas u otras categorías de barcos. Creo que tengo ambición y mucha constancia, soy muy cabezota, a trabajar no me gana nadie y creo que estos barcos exigen mucha capacidad de trabajo a los saliors. La experiencia de esta edición me permitirá conocer muy bien estos barcos, y si en un futuro tengo la oportunidad de saltar a bordo me será muy útil. Creo que podría encajar en el foilcontroller.
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—¿Cómo le atrapó la Copa América?
—Como valenciana apoyaba al equipo suizo y me sentí muy frustrada, y la sentí como una victoria del equipo de diseño americano. Me trastornó y me cambió la forma de verlo, por primera vez comprendí que había un equipo de diseño detrás. Empecé a verlo todo diferente, a ver la importancia del diseño para tener más velocidad. Me interesé por la ciencia, por la ingeniería y preguntaba constantemente. Consideré estudiar Ingeniería Naval, pero al ver las asignaturas pensé que algo no cuadraba, hasta que alguien me dijo que mis respuestas las tenía en la ingeniería aeroespacial y decidí que es lo que quería estudiar.
—¿Cómo fueron los estudios?
—Me costó acceder a la universidad porque exigían una nota muy alta. Un buen resultado en un europeo de Techno Plus me permitió entrar a un programa de jóvenes deportistas de élite, y las facilidades para estudiar me permitieron acceder a la Universidad de Valencia y seguir navegando. Pero fue muy complicado porque cambié a la clase RSX que requería mucho más entreno y la carrera exigía estudiar mucho. La situación me desbordó y decidí dejar de navegar. Tenía 18 años y pensé que había renunciado a mi carrera deportiva, un “todo ha terminado”. Poco después, en tercer curso decidí que tenía que empezar a trabajar.
—¿Y entonces?
—Busqué empresas relacionadas con la vela en el área de Valencia y encontré a KND dedicada al análisis de datos y CCD de barcos de alta competición. Les envié mi currículum y me contrataron. Allí aprendí todo lo que sé sobre análisis de datos, descubrí un mundo apasionante. Pensé que entonces esta área estaba comenzando y vi muy claro que el camino era infinito. Además de los TP 52 también trabajamos con algún IMOCA, y mientras iba descubriendo el mundo profesional de la vela, conociendo a regatistas e incluso trabaja con algunos de mis “ídolos” de la America’s Cup 2007. Cuando al principio ellos me preguntaban ¿Andrea qué opinas tú? tenía que frotarme los ojos.
—Y de repente la Copa América…
—Me llamó el equipo el Alinghi y no lo dudé ni un instante, pues ya antes de su llamada era el equipo de la 37 AC en el que me gustaría trabajar. Fue una sorpresa impresionante. Al principio tenía miedo y no sabía si encajaría mi forma de trabajar tan personal. Además, con los barcos mucho más rápidos el análisis de datos es más importante y los regatistashan de confiar más en los datos. Cuando un barco vuela aumenta el problema y la solución es más compleja. El análisis de datos ha pasado de una sola persona dedicada a un grupo de personas.
—¿Ha encontrado en un equipo de AC lo que suponías a priori?
—Es muy diferente, la imaginación siempre interpreta y yo aquí estoy descubriendo lo que es un equipo de AC. En muchas cosas sí que se parece a lo que imaginaba, pero obviamente la realidad siempre supera a la ficción y esta vez también la ha superado (risas).
—¿Qué le parece la interacción entre las muchas áreas que existen en el equipo?
—Me ha llamado la atención la diferencia de culturas, como cada una de ellas interpreta un problema. Las distintas formas de pensar, lo diferente como nos comunicamos cada uno de mostros. La inercia de todo el proyecto también me ha sorprendido, no podía imaginármelo. Es un proyecto muy ambicioso, a dos años vista y en el que interviene mucha gente.
—¿Cómo es un día en su oficina?
—Si es un día de agua, suelo tener una reunión previa para preparar el día, luego ir a comprobar que funcionen todas las herramientas que yo necesito. Más tarde salimos en el tender y voy viendo todo lo que está monitorizado. Presto especial atención y mido los datos que previamente hemos acordado para ese día. Con el feeling del entrenador y regatistas vamos resolviendo enigmas en el agua, y lo que no podemos se analiza después en la oficina. Cuando el barco no navega, me dedico a responder toda la lista de preguntas sobre datos que me habían solicitado, comparar datos históricos, etc. Es un trabajo que no tiene fin.
—¿Con quién interactúa más, el equipo deportivo o con el de diseño?
—Mitad y mitad. Sobre el papel pertenezco al equipo de diseño, pero soy un factor externo a ellos. Es interesante estar fuera de ambos núcleos, porque si no fácilmente te dejas influenciar. Si previamente sabes por dónde van las tendencias, aunque los números siempre son los que son, podrías hacer alguna interpretación condicionada por informaciones previas. A veces para mí es una sorpresa descubrir lo que ellos estaban buscando.
—¿Se verías navegando en la Copa de mujeres?
—Obviamente, en esta edición no. Pero lo que me gustaría mucho más es navegar en un AC 75 con un equipo de la America’s Cup. Entrar en un proceso de selección donde evalúen a todas las personas, y si soy la mejor para esa posición que me eligieran.
—¿Es más deseo que, crees que es factible?
—Creo que el AC 75 se aprende navegándolo y conociéndolo que no por venir de clases olímpicas u otras categorías de barcos. Creo que tengo ambición y mucha constancia, soy muy cabezota, a trabajar no me gana nadie y creo que estos barcos exigen mucha capacidad de trabajo a los saliors. La experiencia de esta edición me permitirá conocer muy bien estos barcos, y si en un futuro tengo la oportunidad de saltar a bordo me será muy útil. Creo que podría encajar en el foilcontroller.
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