<img align="left" src="https://static4.abc.es/media/deportes/2022/08/27/THERESAZABELL-kah--620x349@abc.JPG">Tras más de cuarenta años surcando los mares y océanos del mundo, Theresa Zabell se propuso devolverle al planeta azul todo lo que él le dio mientras competía. Era una deuda que quería pagaele a toda costa y se puso manos a la obra cuando se retiró de su vida deportiva. Su eslogan, «Cuida de los dos únicos sitios de los que no podrás mudarte, tu cuerpo y tu planeta», y es que Theresa piensa desde pequeña en azul y así lo promulga a los niños desde hace más de 24 años dirigiendo y presidiendo la Fundación Ecomar.
—¿Cuando se retira, cuál fue la hoja de ruta de Theresa Zabell?
–Quería seguir ligada al mar, pero en aquella época no había los medios que hay hoy que las chicas pueden navegar en cualquier competición. Si es verdad que seguí navegando en cruceros con el Inespal o el Tau Cerámica, pero quería mucho más. Quería devolverle al mar todo lo que él me había dado.
–¿Cómo gestiona ese sueño?
—Me voy a vivir a Madrid y eso de vivir por primera vez lejos del mar era algo que no tenía claro cómo lo iba a llevar. Entonces decido montar una fundación para así poder estar todo el día conectada con el mar, lo iba a estar cuidando aunque fuera desde el despacho, daba igual. Hay muchas maneras de cuidar el mar. Fundé Ecomar en 1999 porque era consciente de que el mar estaba herido, en peligro de muerte y que había que hacer algo para sanarlo.
—Un sueño muy bonito, pero nada fácil de hacer realidad
—Eso hace 24 años era un mensaje que nadie compraba, pero ahora lo compra todo el mundo, y es más, han nacido otras fundaciones y ONG’s que están inspiradas en lo que nosotros hacemos. Antes se pensaba en verde. Los ecologistas eran muy reivindicativos, pero solo pensaban en la tierra y nosotros quisimos hacer algo muy diferente, que era no actuar desde la reivindicación y sí más desde una comunicación positiva, que era que la solución existe, pero nos tenemos que implicar todos.
—¿Era una buena fórmula?
–Era otra manera de hacer las cosas aunque mucho menos efectiva para conseguir fondos porque no eres una amenaza para nadie. La idea era reivindicar que este planeta es azul y no es verde como ellos dicen. Hay trozos verdes, pero cuando vemos una foto realizada desde el espacio, el planeta es totalmente azul. Cuando hay que cuidar algo, primero se cuida la parte grande y luego, la pequeña. En este planeta lo hemos hecho al revés, hemos empezado por la parte pequeña, que es lo verde, y ahora estamos empezando a pensar en el azul.
–¿Qué es el azul para Ecomar?
–El azul nos da muchísimas cosas. El oxígeno que respiramos, un 70 por ciento viene del mar, entonces si contaminamos el mar ¿estamos dispuestos a renunciar a ese 70 por ciento de oxígeno? Yo no quiero renunciar y vivir con solo un 30 por ciento de oxígeno que nos proporciona lo verde. El mar nos da el agua y no solo hablo del agua salada, porque también genera el agua dulce, que tan escasa es. Todo el ciclo del agua empieza en el mar. Tenemos que cuidar el mar para asegurar nuestra supervivencia en nuestro planeta.
—¿Por qué es una fundación para niños?
–Porque cuando quieres cambiar la forma de pensar de la sociedad, los adultos ya tenemos las ideas totalmente preconcebidas, por eso Ecomar va a las personas que son receptivas y esas son los niños de edades entre 9 y 11 años más o menos. Si cogemos a esos niños y los regamos con estas ideas ellos van a crecer seguro. Ellos se convierten en los grandes valedores. Cuando llevamos a los niños a limpiar una playa o un trozo de costa, se indignan con lo que ven y comienzan a sacar ideas de la chistera y cuando vuelven a sus casas son nuestros embajadores con sus padres, hermanos y tíos. Es una manera muy eficaz de a través de ellos ir llegando a la sociedad.
—¿Cómo surgieron las jornadas de limpieza de costas?
—Hace 20 años de una forma muy natural. Hacíamos un programa en el que llevábamos a los niños a la playa a ver y a estudiar lo que se encontraran. Y resulta que en vez de hallar residuos naturales encontrábamos basura. Y decidimos empezar a recogerla. Esto, al final, con los años se acabó transformando en actividades específicas de limpieza de costas. Esta es una actividad eminentemente práctica, así que deja mucho impacto en los niños. Nuestra intención es limpiar las playas, pero siempre decimos que es más importante la lección que se llevan los niños a casa que los kilos recogidos. Porque a partir de esta experiencia podemos empezar a cambiar hábitos, a cerrar el grifo del desperdicio, y actuar sobre el origen del problema. Este es nuestro propósito principal, porque si no cerramos el grifo, por mucho que recojamos, no acabaremos nunca. Cuando hacemos la recogida hacemos un taller explicando cómo acaba toda esa basura en el mar, para concienciar a los niños. Es un taller que también hacemos por escuelas, porque al final lo importante es cerrar el grifo, escoger otro tipo de productos que generen menos residuos. Y reciclar y tirar bien esos residuos para que no acaben en el mar.
—¿Hace 30 años, cuando los Juegos de Barcelona, el mar estaba tan herido o aun no?
—Yo creo que aún no lo estaba. El mar ha ido empeorando a lo largo de estos últimos 30 años, pero también somos más conscientes de que el mar tiene un problema. Hasta hace 15 años la gente no comenzó a pensar en que el mar tenía un problema y hasta hace 10 no veía que ese problema nos afectaba a los humanos, por lo que tienes que ser consciente de que hay un problema para poder formar parte de la solución.
—¿Cómo acaban en la playa estos residuos?
—El destino final de todos los residuos que no se depositan adecuadamente es el mar. Y el mar, en gran medida, lo absorbe. Pero un 30% se devuelve a la costa a través de las olas. La verdadera solución está en evitar que estos residuos lleguen allí en un primer lugar. Pero es difícil. Porque contrariamente a lo que piensa la gente, la mayoría de basura que acaba en el mar, cerca del 80%, viene del interior. A veces de miles de kilómetros. El agua va a buscar el agua, y cualquier plástico que es arrastrado por la lluvia, que acaba en un riachuelo, su destino final es el mar.
—El plástico ha invadido los océanos, ¿cuál es la solución? ¿Reducir su presencia en nuestra vida?
—No queremos demonizar el plástico porque también tiene cosas buenas, pero sí queremos alertar a todas las personas sobre aquellos residuos que pueden acabar en el mar si no se les da el tratamiento correcto. Y este es el mensaje que nosotros trasladamos a todas las personas, sobre todo niños y mayores, que hacen talleres de sostenibilidad con nosotros. Si frenamos el problema del plástico en origen le ahorramos un mal increíble al planeta y, sobre todo, a nuestros mares.
—¿Cuando navegaba recogía basura del mar?
—Sí. En regata no tanto porque estás a lo que estás y no puedes perder tiempo, pero cuando salía a navegar o a entrenarme y veia algo flotando, lo recogía.
—¿Qué estamos haciendo mal?, ¿Podemos invertir esta situación?
—Nuestro planeta está herido muy grave. Por supuesto la culpa es nuestra, que nunca hemos tenido la cultura que estamos intentando implantar ahora y hemos llenado la tierra y los mares de vertederos de desechos de todo tipo. No todo se arregla con ir a limpiar playas y fondos marinos, que también, pero lo más importante es comenzar por el principio y destinar muchos recursos a la educación y al conocimiento de nuestro planeta.
—¿Qué le aporta el deporte a la Fundación Ecomar?
–Mucho. Para empezar yo, que soy la presidente de Ecomar no concibo una vida sin deporte. Y luego, nuestro lema es “cuida de los dos únicos sitios de los que no puedes mudarte, tu cuerpo y tu planeta”, pues para cuidar de tu cuerpo hay que hacer deporte. Tenemos este lema por esa integridad, cuidarnos nosotros mismos, con deporte, alimentación saludable, vida sana, todo lo que conforma ser una persona que está en paz consigo mismo y que está físicamente bien, y muy importante la salud mental y a la vez cuidar de nuestra “casa”, que es el planeta Tierra.
—El programa estrella de la fundación es la Grímpola Ecomar, pero ¿cuál es el futuro de Ecomar?
—Cuando cumplimos 20 años nos sentamos a definir cuál iba a ser nuestro futuro y todos los años nos sentamos a hacer una reunión de estrategia a ver si la dirección a la que nos dirigimos es la que queremos, porque a veces te dejas llevar por la corriente y el día a día y cuando te das cuenta has ido en una dirección que no es en la que querías ir. Esto en Ecomar lo hemos tenido bastante claro. En los próximos años queremos ser la fundación referente en España del cuidado del mar y seguir aportando soluciones inspirando a otras muchas asociaciones y fundaciones para que puedan seguir haciendo lo que hacemos nosotros porque esta es la manera de llegar a todo el mundo. Queremos estar en todos los colegios de España, en todos los centros de deportes náuticos y seguir aportando soluciones a problemas de investigación en muchos proyectos científicos en los que estamos metidos.
–¿A dónde quiere llegar Ecomar?
–Ya estamos trabajando en Portugal, pero nos gustaría que la filosofía Ecomar estuviera presente en otros países. Lo que no tenemos claro es si abrir Ecomar en Francia, Italia, Alemania... o asociarnos con fundaciones de esos países. Lo importante no es vender lo que has hecho tú personalmente, yo lo que quiero es que las cosas se hagan. Da igual quien las haga mientras se hagan bien. Si económicamente lo mejor es hacer alianzas, eso haremos para compartir todo lo que tenemos. Estamos en el programa de la ONU de Sea Clear, tenemos estrategias comunes con Oceano Cientific, también con MareVivo en Italia y trabajamos con asociaciones en Finlandia para poder llegar a todos lados y poder optar a fondos europeos que nos permitan trabajar como nosotros queremos.
—Hablando de fondos, ¿cómo se financia la Fundación Ecomar?
—La mayoría del presupuesto lo ponen empresas privadas, que desde hace muchos años confían en nosotros y a las que presentamos una auditoría externa de como gestionamos el dinero todos los años. También tenemos socios, que para nosotros es lo más importante porque son personas físicas que se quieren implicar de alguna manera en nuestro proyecto. A mi me encantaría poder cerrar nuestros presupuestos a través de nuestros socios porque eso significaría que lo estamos haciendo como el resto de la gente concibe que se haga. Este año queremos centrarnos en este aspecto.
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—¿Cuando se retira, cuál fue la hoja de ruta de Theresa Zabell?
–Quería seguir ligada al mar, pero en aquella época no había los medios que hay hoy que las chicas pueden navegar en cualquier competición. Si es verdad que seguí navegando en cruceros con el Inespal o el Tau Cerámica, pero quería mucho más. Quería devolverle al mar todo lo que él me había dado.
–¿Cómo gestiona ese sueño?
—Me voy a vivir a Madrid y eso de vivir por primera vez lejos del mar era algo que no tenía claro cómo lo iba a llevar. Entonces decido montar una fundación para así poder estar todo el día conectada con el mar, lo iba a estar cuidando aunque fuera desde el despacho, daba igual. Hay muchas maneras de cuidar el mar. Fundé Ecomar en 1999 porque era consciente de que el mar estaba herido, en peligro de muerte y que había que hacer algo para sanarlo.
—Un sueño muy bonito, pero nada fácil de hacer realidad
—Eso hace 24 años era un mensaje que nadie compraba, pero ahora lo compra todo el mundo, y es más, han nacido otras fundaciones y ONG’s que están inspiradas en lo que nosotros hacemos. Antes se pensaba en verde. Los ecologistas eran muy reivindicativos, pero solo pensaban en la tierra y nosotros quisimos hacer algo muy diferente, que era no actuar desde la reivindicación y sí más desde una comunicación positiva, que era que la solución existe, pero nos tenemos que implicar todos.
—¿Era una buena fórmula?
–Era otra manera de hacer las cosas aunque mucho menos efectiva para conseguir fondos porque no eres una amenaza para nadie. La idea era reivindicar que este planeta es azul y no es verde como ellos dicen. Hay trozos verdes, pero cuando vemos una foto realizada desde el espacio, el planeta es totalmente azul. Cuando hay que cuidar algo, primero se cuida la parte grande y luego, la pequeña. En este planeta lo hemos hecho al revés, hemos empezado por la parte pequeña, que es lo verde, y ahora estamos empezando a pensar en el azul.
–¿Qué es el azul para Ecomar?
–El azul nos da muchísimas cosas. El oxígeno que respiramos, un 70 por ciento viene del mar, entonces si contaminamos el mar ¿estamos dispuestos a renunciar a ese 70 por ciento de oxígeno? Yo no quiero renunciar y vivir con solo un 30 por ciento de oxígeno que nos proporciona lo verde. El mar nos da el agua y no solo hablo del agua salada, porque también genera el agua dulce, que tan escasa es. Todo el ciclo del agua empieza en el mar. Tenemos que cuidar el mar para asegurar nuestra supervivencia en nuestro planeta.
—¿Por qué es una fundación para niños?
–Porque cuando quieres cambiar la forma de pensar de la sociedad, los adultos ya tenemos las ideas totalmente preconcebidas, por eso Ecomar va a las personas que son receptivas y esas son los niños de edades entre 9 y 11 años más o menos. Si cogemos a esos niños y los regamos con estas ideas ellos van a crecer seguro. Ellos se convierten en los grandes valedores. Cuando llevamos a los niños a limpiar una playa o un trozo de costa, se indignan con lo que ven y comienzan a sacar ideas de la chistera y cuando vuelven a sus casas son nuestros embajadores con sus padres, hermanos y tíos. Es una manera muy eficaz de a través de ellos ir llegando a la sociedad.
—¿Cómo surgieron las jornadas de limpieza de costas?
—Hace 20 años de una forma muy natural. Hacíamos un programa en el que llevábamos a los niños a la playa a ver y a estudiar lo que se encontraran. Y resulta que en vez de hallar residuos naturales encontrábamos basura. Y decidimos empezar a recogerla. Esto, al final, con los años se acabó transformando en actividades específicas de limpieza de costas. Esta es una actividad eminentemente práctica, así que deja mucho impacto en los niños. Nuestra intención es limpiar las playas, pero siempre decimos que es más importante la lección que se llevan los niños a casa que los kilos recogidos. Porque a partir de esta experiencia podemos empezar a cambiar hábitos, a cerrar el grifo del desperdicio, y actuar sobre el origen del problema. Este es nuestro propósito principal, porque si no cerramos el grifo, por mucho que recojamos, no acabaremos nunca. Cuando hacemos la recogida hacemos un taller explicando cómo acaba toda esa basura en el mar, para concienciar a los niños. Es un taller que también hacemos por escuelas, porque al final lo importante es cerrar el grifo, escoger otro tipo de productos que generen menos residuos. Y reciclar y tirar bien esos residuos para que no acaben en el mar.
—¿Hace 30 años, cuando los Juegos de Barcelona, el mar estaba tan herido o aun no?
—Yo creo que aún no lo estaba. El mar ha ido empeorando a lo largo de estos últimos 30 años, pero también somos más conscientes de que el mar tiene un problema. Hasta hace 15 años la gente no comenzó a pensar en que el mar tenía un problema y hasta hace 10 no veía que ese problema nos afectaba a los humanos, por lo que tienes que ser consciente de que hay un problema para poder formar parte de la solución.
—¿Cómo acaban en la playa estos residuos?
—El destino final de todos los residuos que no se depositan adecuadamente es el mar. Y el mar, en gran medida, lo absorbe. Pero un 30% se devuelve a la costa a través de las olas. La verdadera solución está en evitar que estos residuos lleguen allí en un primer lugar. Pero es difícil. Porque contrariamente a lo que piensa la gente, la mayoría de basura que acaba en el mar, cerca del 80%, viene del interior. A veces de miles de kilómetros. El agua va a buscar el agua, y cualquier plástico que es arrastrado por la lluvia, que acaba en un riachuelo, su destino final es el mar.
—El plástico ha invadido los océanos, ¿cuál es la solución? ¿Reducir su presencia en nuestra vida?
—No queremos demonizar el plástico porque también tiene cosas buenas, pero sí queremos alertar a todas las personas sobre aquellos residuos que pueden acabar en el mar si no se les da el tratamiento correcto. Y este es el mensaje que nosotros trasladamos a todas las personas, sobre todo niños y mayores, que hacen talleres de sostenibilidad con nosotros. Si frenamos el problema del plástico en origen le ahorramos un mal increíble al planeta y, sobre todo, a nuestros mares.
—¿Cuando navegaba recogía basura del mar?
—Sí. En regata no tanto porque estás a lo que estás y no puedes perder tiempo, pero cuando salía a navegar o a entrenarme y veia algo flotando, lo recogía.
—¿Qué estamos haciendo mal?, ¿Podemos invertir esta situación?
—Nuestro planeta está herido muy grave. Por supuesto la culpa es nuestra, que nunca hemos tenido la cultura que estamos intentando implantar ahora y hemos llenado la tierra y los mares de vertederos de desechos de todo tipo. No todo se arregla con ir a limpiar playas y fondos marinos, que también, pero lo más importante es comenzar por el principio y destinar muchos recursos a la educación y al conocimiento de nuestro planeta.
—¿Qué le aporta el deporte a la Fundación Ecomar?
–Mucho. Para empezar yo, que soy la presidente de Ecomar no concibo una vida sin deporte. Y luego, nuestro lema es “cuida de los dos únicos sitios de los que no puedes mudarte, tu cuerpo y tu planeta”, pues para cuidar de tu cuerpo hay que hacer deporte. Tenemos este lema por esa integridad, cuidarnos nosotros mismos, con deporte, alimentación saludable, vida sana, todo lo que conforma ser una persona que está en paz consigo mismo y que está físicamente bien, y muy importante la salud mental y a la vez cuidar de nuestra “casa”, que es el planeta Tierra.
—El programa estrella de la fundación es la Grímpola Ecomar, pero ¿cuál es el futuro de Ecomar?
—Cuando cumplimos 20 años nos sentamos a definir cuál iba a ser nuestro futuro y todos los años nos sentamos a hacer una reunión de estrategia a ver si la dirección a la que nos dirigimos es la que queremos, porque a veces te dejas llevar por la corriente y el día a día y cuando te das cuenta has ido en una dirección que no es en la que querías ir. Esto en Ecomar lo hemos tenido bastante claro. En los próximos años queremos ser la fundación referente en España del cuidado del mar y seguir aportando soluciones inspirando a otras muchas asociaciones y fundaciones para que puedan seguir haciendo lo que hacemos nosotros porque esta es la manera de llegar a todo el mundo. Queremos estar en todos los colegios de España, en todos los centros de deportes náuticos y seguir aportando soluciones a problemas de investigación en muchos proyectos científicos en los que estamos metidos.
–¿A dónde quiere llegar Ecomar?
–Ya estamos trabajando en Portugal, pero nos gustaría que la filosofía Ecomar estuviera presente en otros países. Lo que no tenemos claro es si abrir Ecomar en Francia, Italia, Alemania... o asociarnos con fundaciones de esos países. Lo importante no es vender lo que has hecho tú personalmente, yo lo que quiero es que las cosas se hagan. Da igual quien las haga mientras se hagan bien. Si económicamente lo mejor es hacer alianzas, eso haremos para compartir todo lo que tenemos. Estamos en el programa de la ONU de Sea Clear, tenemos estrategias comunes con Oceano Cientific, también con MareVivo en Italia y trabajamos con asociaciones en Finlandia para poder llegar a todos lados y poder optar a fondos europeos que nos permitan trabajar como nosotros queremos.
—Hablando de fondos, ¿cómo se financia la Fundación Ecomar?
—La mayoría del presupuesto lo ponen empresas privadas, que desde hace muchos años confían en nosotros y a las que presentamos una auditoría externa de como gestionamos el dinero todos los años. También tenemos socios, que para nosotros es lo más importante porque son personas físicas que se quieren implicar de alguna manera en nuestro proyecto. A mi me encantaría poder cerrar nuestros presupuestos a través de nuestros socios porque eso significaría que lo estamos haciendo como el resto de la gente concibe que se haga. Este año queremos centrarnos en este aspecto.
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